El ser humano, a veces, no valora lo que tiene hasta que lo pierde. Esto se puede aplicar a la gastronomía. Hay que aprovechar lo que nos brinda el momento y todo aquello que regala la naturaleza, (y el esfuerzo de sus agricultores) en su temporada de apogeo. Qué mejor instante que éste para la planta del género Cynara, la alcachofa. Además, se puede cocinar de diversas maneras y tiene infinitas propiedades. Es sabrosa pero también diurética y con ella se tratan afecciones metabólicas. Algo sospecharían los griegos y romanos al otorgarle poderes afrodisíacos. Sería una pena no valorarla como se merece.
¿Sabéis quién lo sabe mejor que nadie y tiene en cuenta esta filosofía a la hora de trabajar entre fogones? El Chef Albert Mendiola. Aprovechando los productos Km0, aquellos que llegan de la huerta de Sant Boi y El Parc agrari del Baix Llobregat. Comprados directamente del agricultor. Tal vez sea uno de los motivos que haya llevado al Marimorena Sant Boi a alzarse como mejor restaurante de la comarca, (Guía “Els 50 millors restaurants del Baix Lobregat y L’Hospitalet”). Sus menús y carta varían en función de los mejores productos disponibles según temporada y mercado. Pero no es su único secreto (¡además de sus bravas, únicas!).
Ya con la buena referencia de Sant Boi, acudí al Marimorena Bcn por la originalidad de su Menú Alcachofa. Y resultó ser un mediodía repleto de agradables y sanas sorpresas. Descubrí por qué este chef dispone de premios relacionados con su compromiso por la cocina slow food, de proximidad y ecológica. También supe que por muchos otros motivos, aquí, repetiría.
Probé el menú de 10 platos pero también podéis optar por el reducido. Acabaréis encantados con ambos… Destacaría que aunque el denominador común es la alcachofa, esta nunca cansa. Los sabores, las texturas y que decir de las presentaciones eran totalmente diferentes de un plato a otro. Delicioso el calçot con romesco de alcachofa, la flor de invierno con corazón de foie, pistilos de remolacha y perlas de riesling. La sopa de cebolla calçot confitado con texturas de alcachofa, yema de huevo trufado y consomé de alcachofa además de sobrasa resultó ser muy divertida y original en su presentación. El pato con peras escalibadas, y salsa de ratafía de alcachofa estaba cocinado en su punto. Y la pieza final, para mí la más sorprendente ya que no había probado la alcachofa en un postre: el Tiramisú de alcachofa y te matcha. Fresquísimo.
El menú hace justicia al lugar. Cuando reservas te proporcionan un código que tienes que introducir en la entrada para que vengan a buscarte. Otorga un aire clandestino y pícaro. En la entrada, un largo pasillo repleto de plantas aromáticas. Después de atravesarlo y pasear mis taconeos me encontré con un espacio amplio, decorado con materiales naturales y una iluminación muy relajante. Y hay suficiente espacio entre mesa y mesa, por lo que la sensación de intimidad es absoluta.
Un lugar donde se sabe aprovechar el producto de temporada, además del buen hacer, desde que se empieza hasta el final.