Estoy desesperado y a la vez soy horriblemente feliz.
Resulta muy agradable desear algo hasta ese punto.
(Boris Vian. La espuma de los días)
La primavera nos deja mudos. La primavera nos arrastra con su ritmo frenético y ciclotímico. Del verano al invierno en un solo día: paseamos en sandalias, con paraguas, paseamos con los ojos cerrados, paseamos sonriendo porque… qué suerte todo, oye, qué suerte tener suerte. Y así abrimos la boca, los pulmones se ensanchan, hay libélulas y hay luciérnagas. Eso quiere decir que nos recogen a caballito, el cielo da su voltereta y nosotros absurdos nos fijamos en su luz.
El color azul era siempre un corazón y era una noche y por eso hacía frío, hacía calor. Las noches de primavera eran túneles. De la risa al llanto, en medio un bocado y nos bajamos la camiseta. El cielo sigue con su idioma y las noticias siguen con su idioma; pero nosotras ya no, ya hay otro idioma inalcanzable. Para siempre. Vale.
Aquí domamos los nervios, vermut en mano pensamos en mirar el cel i no fer res, dice Laura y todo el equipo de Le Cool Barcelona.
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Portada de Pedro Vidal