Entrevistar a Ben Brooks no es fácil, aunque sí divertido. Con sólo veintiún años y cinco novelas publicadas, dos de ellas en España, su historia es el sueño húmedo de cualquier escritor joven, y su vida, una auténtica locura hipster. Esta tarde presenta su último libro, “Lolito”, editado por Blackie Books. ¿Queréis un consejo? No os lo perdáis por nada del mundo.
He leído “Crezco” y “Lolito” y, aunque ambas me encantaron, “Lolito” parece más novela, más de verdad. ¿Estás de acuerdo?
Ninguna de ellas me parece una novela de verdad. Cuando leo a otros escritores pienso: wow, esto es una novela, yo no puedo hacer eso. En realidad los dos me parecen bastante mierda.
¿No te gustan tus propios libros?
Absolutamente, no (ríe). Son realmente malos.
¿Y por qué crees que a la gente le gustan?
No lo sé: a alguna gente le gusta el atún; a mí no me gusta el atún y no entiendo por qué a esa gente le gusta el atún.
Tus personajes son siempre adolescentes pero tú ya tienes veintiún años. ¿Echas de menos tu adolescencia?
Sí, creo que todo el mundo echa de menos esa época, a no ser que te hayan violado. Entonces supongo que no la echas mucho de menos. (Ben decide sin previo aviso cambiar su bebida, un Havana 7 con cola, por la mía, una cerveza. Marca un punto en mi copa y me dice que sólo seguirá respondiendo cuando haya bebido hasta ahí. Le sigo el juego)
Cuando publicaste “Crezco” ganaste bastante dinero. Tenías diecinueve años. ¿Qué hace un chico tan joven con tanto dinero de pronto?
Cosas estúpidas. Mudarme a sitios donde no conocía a nadie, como aquí. Drogas, prostitutas… me gasté el dinero muy deprisa.
Los protagonistas de tus novelas suelen estar asustados, sobre todo de la otra gente. ¿Qué es lo que asusta tanto de la gente?
La gente da miedo a dos niveles: por un lado, pueden hacerte cosas malas; por el otro, tú puedes hacerles cosas malas a ellos, y entonces piensan que eres un capullo o algo así.
Es común en tus novelas el uso de osos como metáfora. ¿Qué significa el oso para ti?
Lo tengo en un tattoo también (muestra el tatuaje de un oso en su brazo). En “Lolito”, el oso es la otra gente, la gente que no eres tú. Esa gente da miedo porque puede hacerte daño. Como los osos, que pueden atacarte y también dan miedo.
¿Te sientes a gusto con el calificativo “alt-lit”?
No significa nada en realidad, ¿no? Que la gente diga que eres alt-lit no te afecta en nada a la hora de ir a un bar a tomar una copa, comerte una pizza o ver la tele desde la cama. La gente puede decir lo que quiera, me da igual. ¡Y no pienso seguir esta entrevista hasta que hayas bebido hasta aquí! (señala de nuevo otro punto en mi copa).
Tras la publicación de “Crezco” pasaste seis meses viviendo en Barcelona. ¿Qué es lo que más recuerdas de aquellos días?
Beber solo en mi habitación, supongo. No salía demasiado. A veces iba a la oficina de Blackie, otras veía a algunos conocidos. Recuerdo que me echaron de mi piso y tuve que ir a vivir a Tiana, bastante lejos de la ciudad. Viví allí un mes.
¿Por qué te echaron?
Rompí muchas cosas y tal. Había balcones fuera del apartamento y empecé a escalar por ellos, rompí una ventana y me colé en un piso. Llamaron a la policía. Fui un gilipollas. Así que me mudé a Tiana para calmarme un poco.
¿Y te calmaste?
No. Lo único que hacía era beber, en realidad. No había mucho más que hacer allí.
Te vi en el festival Primera Persona de 2012. Durante tu actuación te dejaste tatuar con tinta y un punzón delante de todo el mundo. ¿Fue idea tuya?
Sí, una idea de mierda. Me pagaban bastante dinero por actuar y pensé que necesitaba algo bueno. Los otros escritores hacían cosas grandes, así que decidí hacer algo interesante y pensé en leer algo mientras me tatuaban. En realidad no tenía nada que leer así que escribí un texto media hora antes de salir. Dolió como la hostia: creo que hay un video en youtube en el que salgo lloriqueando.
¿Es verdad que Channel4 va a hacer una serie sobre “Crezco”?
No está claro todavía. El guionista hizo un par de episodios pero era una gran mierda. Pero “Lolito” sí que podría convertirse en película y tiene buena pinta. Contarían con Nick Payne para escribir el guión. Creo que de ahí sí puede salir algo bueno.
¿Y te gustaría ver tus libros convertidos en una serie o una película?
No me importa, realmente. Me gustaría que lo hicieran porque te pagan un montón de dinero. Pero la serie de momento pinta fatal y me sorprendería que la llegaran a hacer.
¿Seguirás escribiendo sobre adolescentes en tu próxima novela o probarás algo diferente?
El último libro que he escrito ha sido rechazado hace una semana, así que he estado estos días borracho y llorando en la cama como un bebé estúpido. Ese libro estaba protagonizado por niños de cinco años.
¿Ese libro podría permanecer inédito, entonces?
Se lo he pasado a Jan (editor de Blackie Books), pero aún no ha podido leerlo. Espero al menos intentar publicarlo en España. Estoy seguro de que más de una vez has buscado tu nombre en Google Imges y te has encontrado con este tipo. Sí, ese tío es otro Ben Brooks. Es un pedazo de mierda. Tiene un blog de tecnología, o algo así. Un día me emborraché y le envié un email para conocerle y me dijo que no tenía tiempo para mí, que estaba muy ocupado, bla, bla, bla.
Este otro Ben Brooks parece tu opuesto, con ese traje y hablando sobre tecnología. Muy probablemente tú nunca que tendrás que vestir un traje, ir a una oficina y hacer trabajos aburridos. ¿Cómo te sienta eso?
Bien, es lo que he elegido. Pero es que además ya es demasiado tarde para cambiar: cumpliré veintidós años en un par de semanas y lo único que he hecho estos cuatro años ha sido beber cuanto he querido, dormir donde he querido y drogarme lo que me ha dado la gana. Así que si ahora intentase buscar un trabajo no me iría muy bien. Pero por suerte escribir es una de esas cosas que puedes hacer siempre. Si eres un actor, futbolista o cantante quizá tu carrera sea más corta. Un escritor puede hacerlo hasta que se muere.
En tu novela, Etgar, el protagonista, se pasa el rato bebiendo alcohol, pero también un combinado curioso de té con Nesquik. ¿Tú bebes eso?
¡No! Eso no es una bebida, no es nada: creo que estaba borracho cuando lo escribí. Luego vi en Twitter que un montón de gente lo había probado y, obviamente, no está bueno. Yo no lo he probado, me parece asqueroso.
Ben, ¿nos cuentas un sueño?
Tener una barba como la tuya. Apenas me sale pelo en la cara.
¿Y un secreto?
Me gasto unos treinta euros al día en webcams eróticas. No te lo recomiendo: es peor que el juego. Al menos jugando puedes ganar.
Entrevista: Samuel Valiente Foto: Laura Rosal