“Viejo, tienes que perdonarme, le dice, y él -que hoy no grita, que hoy apenas susurra- le cuenta que en otro parque encontró un agapornis perdido, muy triste, muy desorientado, y le compró semillas que, con mucha paciencia, consiguió que comiera. Ella entiende que esa es su forma de concederle el perdón: hablarle de sus pájaros, como si nada malo hubiese sucedido.”
La cantautora chilena Violeta Parra decía que cuando se muere la carne, el alma busca su sitio adentro de una amapola o de un pajarito. Una frase nada banal, ya que el alma es sabia y, cómo no, busca vivir en la belleza de las cosas:
“La primera vez la coge tan desprevenida que se sobresalta al verlo.” El encuentro se produce en un parque. Ella es Casi, una adolescente de «casi» catorce años; él, el Viejo, tiene muchos más. El primer contacto es casual, pero volverán a verse en más ocasiones. Ella huye de las imposiciones de la escuela y tiene dificultades para relacionarse. A él le gusta contemplar los pájaros y escuchar a Nina Simone, no trabaja y arrastra un pasado problemático. Estos dos personajes escurridizos y heridos establecerán una relación impropia, intolerable, sospechosa, que provocará incomprensión y rechazo y en la que no necesariamente coincide lo que sucede, lo que se cuenta que sucede y lo que se interpreta que sucede.
Sara Mesa es la galardonada autora de Cara de Pan, título que la ha colocado una vez más, como ya hicieron sus obras precedentes, en el mapa del éxito europeo. Lo que ocurre con este libro es extraño a la par que admirable. La autora nos enseña con maestría la cantidad de amor que es capaz de colar entre el sufrimiento de los polos opuestos. Dos insólitos y marginales sujetos con faltas y carencias se arropan entre sí dentro de una sociedad que sentencia su afecto de forma tabú. Una historia sobria y ligera que serviría para dar una clase magistral en todas las universidades del mundo. Las dos caras de la moneda se unen una vez más en una lectura bella, ingenua y tierna; al mismo tiempo que adictiva, dolorosa e inquietante. Un señor mayor que ansía poder volar. Una niña de casi catorce años que aún está por florecer. Y ahí es donde encontramos a la autora: creando el hogar entre la amapola y el pajarito.
La editorial Anagrama vuelve a sumar puntos de confianza tras anotarse otro triunfo, apostando por una literatura del más alto rango a la que ha dedicado toda su vida, desde hace ya casi 50 años.