Las flores de la tarde:
un vuelo juvenil de la nostalgia, el precio
del petróleo siempre firme en estas lides.
No pasará nada: será.
(Juan Gallego Benot. Oración en el huerto)
Llega julio, fosforescente, e intentamos planificar dentro del paréntesis. Y los límites, acostumbrados ya a ser maleables, se dilatan como los barrios y sus baldosas, como las ciudades que crecen hacia la montaña, como una conversación que podría ser un chicle de cinco minutos y al final es casi almuerzo. No nos arrepentimos: qué placer en el ensanche, en las palabras que no quieren despedirse y nos conducen por los pasadizos que titubean de curiosidad. En esta época rara llega julio, sí, julio y sus festivales pospuestos. Todo llega casi sin avisar. Y en nuestra sorpresa y timidez nos encontramos de repente bailando, digiriendo la novedad, siempre con ese doble sentimiento de fascinación y sospecha. Siempre midiendo la temperatura de lo que celebramos. Por si acaso.
Siempre con un ojo abierto: por la curiosidad, por la cautela y su diversión, dice Laura y todo el equipo de Le Cool Barcelona.
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Portada de Maria Velázquez
