La cara es la membrana del lenguaje, comunica y se calla, comunica ocultando lo que dice.
(Birgitta Trotzig)
Que la belleza puede ser triste ya lo sabíamos. O tal vez no triste, pero sí abrazar un poco ese sentimiento de nostalgia que a veces intranquiliza. Que la belleza puede ser fría o dolorosa. Que el otoño en Barcelona es una cosa azulada que avanza y moja incluso cuando la asistimos desde el balcón. Que la gente camina rápido y sin mirar a los ojos. Que el cielo tampoco nos mira y que la dulzura es necesaria en cualquier sitio. Por eso sonreímos siempre que se nos permite, por eso somos amables y buscamos calidez. Que el engranaje fluya sin esfuerzos, que el trato sea siempre cómodo.
¿Suena todo esto ingenuo? No lo sé, pero creo que sí nos podemos ayudar los unos a los otros. Al frutero, al que vende las entradas para el teatro, al que presenta un libro con ilusión, a nuestro camarero favorito, al que nos corta el pelo o las uñas. Al periodista, al fotógrafo, al funcionario, al teleoperador, al que está en paro, al que aún no sabe muy bien dónde está.
Queremos de verdad que todo funcione y, por diminutos que nos sintamos, todo cuenta, todo sirve al misterioso mecanismo repetido del día a día, dice Laura y todo el equipo de Le Cool Barcelona.
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Portada de David Torreblanca