Diario rural, by Susan Fenimore Cooper

Nada menos que 168 años después aparece Diario rural, este texto considerado como pionero en la literatura de naturaleza que describe la vida de los bosques y las gentes que conformaban la Nueva Inglaterra de 1850, un relato olvidado de esta naturalista y escritora norteamericana. Fue escrito unos años antes que Walden, la biblia del ecologismo moderno, y supo vislumbrar los efectos que el progreso y la acción de los humanos estaba causando en el medio natural. Alertó también de cómo al alejarnos de la naturaleza nos desvinculamos también de nosotros mismos. Fenimore Cooper tiene una prosa contagiosa, que nos incita a disfrutar de la naturaleza y a convivir con los animales, una prosa comedida que no esquiva el impulso poético. Un dietario que arranca en marzo y finaliza en agosto, la época de la reaparición de la naturaleza, con un muestrario de conocimiento de la flora y la fauna algo asombroso. Leer su diario es profundizar en las raíces de la ecología, la sensibilidad de entender y explicar los fenómenos naturales. Un sencillo relato de esos pequeños sucesos que armonizan el transcurso de la vida rural y que dedicó a su padre, el también escritor James Fenimore Cooper (autor, por ejemplo, de El último mohicano). La nieve, un paseo por un pinar, los pájaros, los árboles llenos de brotes… Susan, como espectadora, no sólo escribe sobre el medio que la rodea, sino que implica a los habitantes y los mezcla con pasajes de literatura, con cuentos populares y costumbres. María Sánchez, en su prólogo, nos habla de una “escritora que atravesaba el paisaje con una voz personal y brillante, adelantándose a sus contemporáneos de género masculino que le arrebataron a ella el lugar de madre de la escritura de la naturaleza”. Un día maravilloso para respirar este libro.