Barbas, gatos y mensajes de whatsapp. El cómic de autoficción que firma la americana Liz Prince acumula todos los tópicos de la treintañera soltera actual y, sin embargo, no deja de sorprender por su ingenio y ternura. Rabiosamente real, la dibujante no vacila en representar situaciones calcadas de su propia vida -algunas-, haciendo gala de una capacidad tremenda para reírse de sí misma. Porque, hay que reconocerlo: la protagonista de “A dos velas” es bastante loser. Patéticos malentendidos, dolorosos desplantes y compañeros de cama gatunos despiertan risas, sí, pero legan también ese regusto agrio tan propio del autohumor. Quizá algo repetitivo en los temas -por ponerle una pega-, “A dos velas” no deja de ser un retrato fino y agudo de ese arma de doble filo que es la soltería en una gran ciudad.
