Literatura millennial, dicen para catalogar Había una fiesta (Ed. Caballo de Troya). Riudoms es hija de su tiempo, sí. En esta novela de formato corto nos describe la historia de cuatro amigas en el límite -en el límite- entre la adolescencia y el comienzo de la madurez. Precisamente por eso escogí este libro: una historia de mujeres, en concreto de cuatro amigas. Cruda, en ella la autora hace uso de un lenguaje casi aséptico para mostrar algunas de las lindezas que pueden pasar cuatro mujeres, solas -iban solas en el extranjero, oh my…!-, por la costa de Sorrento, en busca de una rave, LA FIESTA.
Lo que nació como un relato acabó deviniendo novela. Solo hubo que añadirle la trama psicológica de los personajes -como cuenta Marina en la antirevista de mujeres llamada ‘Habitación Propia’-, recrearse en ella y ofrecerle una estructura más propia del género. Riudoms recoge el testimonio de una generación -hija de su tiempo, decíamos-, sabe lo que es el miedo, las políticas violentas que conforman la sociedad que hemos creado, los símbolos patriarcales que a todas acechan y nos dicen cómo debemos actuar, qué ropa ponernos, “cómo evitar” que abusen de nosotras otorgándonos la responsabilidad del hecho en sí. Sabe del miedo, mantiene la tensión latente, presente y turbadora durante toda la narración, hace que temas por ellas. Quieres saber, y conforme avanzas en este thriller psicológico, aparentemente festivo, menos crees que sabes de “aquello que pasó”, en ese viaje.
La música es un personaje más que sirve de mapa por la costa de Italia. Te mece, te introduce en la escena, te hace moverte al ritmo de esa generación y de los tubos insertados en tu garganta para proveerte de alcohol. Marina rompe expresamente el relato, se sale fuera. Leedla, quiebra estructuras, nos interpela:
“¿Seguís ahí?
Ok.
La vida también, tras un proceso traumático.
Prosigamos”.