Sucede en el sur, en la Sicilia rural del mar y las vides. Un campo literario marcado por la dictadura de Benito Mussolini, la posguerra y la pluralidad de las visiones artísticas. La violencia y las relaciones de poder constituyen una de las columnas vertebrales del libro. Livia de Stefani plasma la preocupación por los asuntos que colocan en desventaja a las mujeres por el mero hecho de serlo
“Puesto que falta el vino tinto, será una hembra. Hembra o no, poco importa, con tal de que yo obtenga mi victoria de macho, con tal de poder desterrar de mi alma cualquier duda o opresión.”
La tragedia cotidiana y amarga de una familia abocada a la devastación. Una sociedad hipócrita y opresiva donde el rango, el miedo y la sumisión son los engranajes que mueven el mecanismo de la vida frecuente. La norma de la hombría mafiosa ejerce de modelo educativo, basada en la obediencia, en hablar lo justo. La rebeldía es un huella en forma de cicatriz, la educación el arte del sometimiento. La querencia a la tierra, el desprecio por la cultura, y el divinizar el sudor y el trabajo físico, forman parte del proyecto vital cuyo horizonte consiste en parecerse al patrón. Hay que someterse y renunciar a los propios sueños dentro de un sistema piramidal donde sólo puede mandar uno: los menores y las mujeres caen bajo el yugo y el dictado del padre, jefe y amo. Luego llegaría El Padrino. Para honrar a quien se teme, hay que vestir las mejores galas. Muy recomendable.
Epílogo : Marta Sanz
Traducción: Raquel Olcoz