De entre el formidable catálogo de Sexto Piso (donde, solo entre los títulos publicados en 2017, encontramos grandes títulos de Vivian Gornick, John Barth y Vicente Luis Mora), elegimos hoy esta inclasificable obra de los hermanos Arkadi y Borís Strugatsky, creadores también de sugestivas e inquietantes fábulas como Picnic extraterrestre y Qué difícil es ser Dios (ambas adaptadas al cine con gran fortuna).
Mil millones de años hasta el fin del mundo (por primera vez traducida al español) es una extraña narración, entre el costumbrismo y la metafísica, sobre científicos acosados por fuerzas que les impiden redondear sus brillantes trabajos. Esta breve línea argumental nos ofrece, sin embargo, varias capas de lectura: ¿Se nos está presentando al Estado vigilante como nuevo Dios omnipresente y omnisciente? ¿O más bien se estructura como un mito cuyo fatum es la imposibilidad de un conocimiento completo del Universo? La digresión (que aquí se muestra como muestra de coherencia, en el cerebro prístinamente lógico de sus interlocutores), ¿no apunta a que el mundo está regido por una lógica acaso inaccesible para nuestro depauperado cerebro?
Lúcida, sarcástica, con un discurso que bordea siempre el ridículo, preñado de “monólogos en el vacío” (que remiten al teatro del absurdo), Mil millones de años hasta el fin del mundo supone también un particular breviario de la cultura rusa, concebido como homenaje y parodia de grandes titanes de sus letras (Pushkin, Gógol, Dostoievski), elemento que vuelve a la novela un objeto denso y, a la vez, descacharrantemente divertido.
En definitiva, se trata de una obra con la que es fácil estremecerse aunque no la acabemos de comprender. Y que, en efecto, puede catalogarse como ciencia-ficción: la protagonizan científicos, y es verdaderamente fantástica.