En “Nada es verdad, todo está permitido. El día que Kurt Cobain conoció a William Burroughs” esperaba encontrar eso, una crónica de la relación entre ambos y lo que ésta supuso. Más quizá un pequeño relato del encuentro que tuvieron estas dos grandes figuras y que quedó dibujado eternamente en unas pocas fotografías que la viuda de Kurt acabó por mostrar al mundo. Pero no, solo me hacía falta fijarme en quién firma, Servando Rocha, y esperar mucho más; y ni así. Este libro editado por Alpha Decay coincidiendo con el centenario del nacimiento de Burroughs y el 20 aniversario de la muerte de Cobain, es una compilación de ensayos hilvanados a partir de las complejas existencias de Burroughs y Kurt, una crónica cultural sobre todo aquello que latía por debajo de “la realidad”. Se trata de un cúmulo de historias diseccionadas y en apariencia desvinculadas cuyos datos acaban casando a la perfección y escriben la historia musical, literaria, artística y social de una época convulsa.