Quería que su tercer libro tratase de tres chicas que tejen, pero al final acabó hablando sobre ella misma, sus amigas y todo lo que gira a su alrededor. Y así nació “Tricot”, un libro más de Barna que tomarse un cerveza-beer en la plaza del Macba. Sobre él, sobre ella misma y sobre literatura en general hablamos hoy con su autora, Ainhoa Rebolledo.
Por Samuel Valiente.
Quizá es pronto para decirlo pero, ¿cómo está siendo la acogida de “Tricot”?
Pues está en el 34 de los más vendidos del FNAC. Además, está saliendo en mogollón de blogs y moviéndose mucho en redes sociales. De hecho ya me han pasado un par de pantallazos de muros ajenos de Facebook en los que la gente comenta el libro, como el de unas chicas que decían que se parecían a las de la portada. Y a mis padres también les ha gustado, que no lo tenía yo claro porque Mari Klinski (su anterior libro) no les gustó nada: decían que estaba lleno de palabrotas.
Dices que la gente comenta el libro en las redes sociales. ¿Es todo bueno o ya tienes haters?
He leído un par de comentarios negativos en Twitter: uno que decía que era vomitivo y otro que le daba mucha pereza. Pero vamos, que son solo dos frente a 200 a los que sí les ha gustado. Así que no, creo que no tengo haters.
Y no quieres tenerlos? Hay a quien le gusta…
¡No! ¿Estás loco?
En todo caso, estás expuesta. Tienes bastante actividad online con tu blog, redes sociales y algunas colaboraciones. ¿Crees que esto es importante de cara a publicar?
No, no lo creo. Yo, por ejemplo, tengo 700 followers en Twitter, que creo que no es nada. Y luego hay escritores con más de 3.000 que nunca han publicado. El blog quizás sí es más necesario, pero en realidad nadie vino a buscarme a través de él para publicar, sino que lo vendí yo verbalmente. Una vez publicado sí ayuda, pero antes no.
En Tricot te he visto poner punto después de preposición. ¿Qué tienes contra las normas de puntuación?
Yo estudié Traducción y si ponías en un examen una falta de ortografía te suspendían. Una vez me pasó, puse la palabra exuberante con hache intercalada y me mandaron a septiembre. Pero, ¿a que es con hache? En fin, que quizás por eso empecé a escribir como hablaba. Aunque ahora no hay faltas de ortografía, ¿eh? Igual sí hay atentados estilísticos como el que dices, pero son para enfatizar la oralidad. Además, si lo haces en este plan ya nadie se mira con lupa si has puesto una coma donde la tenías que poner o no. Hay gente muy jodida, ¿sabes? Y bueno, que es un estilo, una seña. De hecho, en mi blog hay un texto de cuando tenía siete años que ya está escrito de esta manera. En serio, lo lees y dices: ¡es ella!
Hasta el momento has estado haciendo autoficción. ¿Tienes en mente hacer algo de ficción, sin prefijo?
¡Sí! Lo quiero hacer, lo que pasa es que Tricot lo escribí muy rápido, en sólo cinco meses. Yo quería escribir un libro sobre chicas que tejían y luego no me salía, o no quise que me saliera, así que empecé a hablar sobre lo que sucedía a mi alrededor mientras escribía el libro. Pero sí que me gustaría escribir algo más de ficción, lo que para eso necesitaría dos años por lo menos.
El tiempo es importante. En tu caso, has publicado tres libros con sólo 26 años. Supongo que trabajas, tienes vida social… ¿cómo te las apañas para escribir tanto?
Pues me voy a casa a la una. Salgo mucho, pero vuelvo pronto a casa para escribir a la mañana siguiente. Y sí, trabajo, pero por ejemplo no cocino, sino que como lo que pillo para ahorrar tiempo. Aunque con Tricot durante los tres primeros meses sólo escribía los fines de semana. Eso sí, me levantaba a las nueve de la mañana y escribía hasta las seis de la tarde: como un trabajo, vamos. Y luego al final ya fue muy a saco: salía del trabajo y me metía en la biblioteca a escribir, sin wifi ni hostias. El último mes fue horrible.
¿Eres de las que se hinchan a café y cigarrillos mientras escribe?
No. Creo que fue Bukowski quien dijo que para escribir un libro hacían falta 30 litros de bourbon y 10.000 cigarrillos, pero yo esto siempre lo escribí sobria. Igual un café, pero vamos. Y música. ¡Ah! Y Twitter. A mí me inspira, en plan si te bloqueas le das una vuelta y lo mismo encuentras algo. Y donde también se me ocurren muchas ideas es en la piscina, cuando voy a nadar.
Han dicho de Tricot que es el reflejo de esta generación. ¿Es Elena Rebollo, tu alter ego en Tricot, el reflejo de esta generación?
Sí, bueno, las tres protagonistas. Creo que sí que son un reflejo porque no son tan extrañas. No son como en “Girls” que son unas pijas, sino que son chavalas bastante normales. Quizás no es un reflejo de toda la sociedad, pero sí de chicas de Madrid o Barcelona. Igual no de Cuenca, pero vamos. Es que lo sé porque no me lo he inventado, casi todo es real.
¿Qué porcentaje de realidad hay en Tricot?
Un 90%.
¿Y nadie se ha enfadado contigo por ello? Es que hay gente con nombres y apellidos.
Las personas que se podrían enfadar no salen con nombres y apellidos. Además, no se han enfadado porque son unos cobardes.
Recomiéndanos un libro, pero uno que haya sido escrito en el siglo XXI.
“Eres el mejor, Cienfuegos”, de Kiko Amat.
¿Nos cuentas un sueño?
Que todos los días sean sábado.
¿Y un secreto?
Me gustan mucho las canciones de Pereza.
(Foto: Dinah Robledillo)