Sueños y secretos de… Manuel Astur

Manuel Astur es un goliardo de metro noventa, barbudo, con fama de vividor y bebedor, de juerguista apasionado. Vivió el auge de la industria discográfica y vio su caída con vértigo, desde arriba. Y ahora, con los pies de vuelta en el suelo, asume que su sino siempre fue el de escribir. Así que lo hace. La semana pasada, sin ir más lejos, presentó en Barcelona su primera novela: “Quince días para acabar con el mundo” (Principal de los libros), una obra que se atreve a aunar grunge, adolescencia y un pueblo asturiano.

¿Quince días es mucho o poco tiempo para acabar con el mundo?
A nuestra edad no es nada, pero cuando tienes dieciséis años, esa época de cambios brutales, quince días es el infinito. No sé si te acuerdas de cuando en el instituto te ibas de vacaciones de semana santa, que son sólo diez días, y al volver era como si tu hubieras ido diez años.

Es un tema recurrente, por lo que te he ido leyendo: la adolescencia, la niñez… ¿Te consideras un nostálgico?
No, para nada. No hay nada de nostalgia en esta novela. Tampoco niego el pasado: creo que para vivir el presente y tener futuro hay que ser consciente de dónde venimos. Pero no soy nada nostálgico, no.

En la foto de la solapa apareces con traje, pipa y pajarita. ¿Por qué ese look?
Yo siempre he llevado el look que llevo ahora, con la barba y tal, y de pronto empezaron a decirme que soy hipster, algo que me toca mucho los huevos. Es gracioso cómo los hipsters han tenido que esperar a que venga una moda americana para empezar a vestir como lo hacían nuestros padres y nuestros abuelos. Se creen que es algo americano cuando en realidad son ellos los que están vistiendo como europeos de toda la vida. Esto me hizo gracia, así que decidí llevarlo más allá con la pipa y la pajarita, en plan retrato de principios del siglo XX.

Si no me equivoco la de Barcelona ha sido la última presentación de tu ruta.
Sí, y además ésta será la última entrevista. No quiero más, estoy hasta los huevos.

¿No esperabas tanta atención?
Esperaba diez veces menos, pensé que nadie me haría caso. Y no me puedo quejar, ¿eh?, es maravilloso. Pero hablar tanto de uno mismo y de tu novela… además, como siempre hay un desfase entre cuando escribes la novela y la publicas, ya cuando te toca hablar de ella ha quedado atrás en el tiempo y tienes otras cosas entre manos que te interesan muchísimo más. Y, bueno, que es agotador. Piensa que la mayoría de escritores mientras están de promoción no pueden escribir. Yo mismo llevo parado tres meses.

Viviste durante tres años en Barcelona, aunque luego volviste a Madrid. ¿Elegiste Barcelona para zanjar las presentaciones por algún motivo?
Sí. Era consciente de que tenía que venir a presentar a Barcelona, pero como de aquí me fui un poco con el corazón roto, necesité tiempo para volver.

Da la impresión de que tienes una relación amor-odio con Barcelona.
Sí, tengo relación amor-odio. Me encanta esta ciudad, pero aunque viví tres años aquí nunca llegué a encajar en ella. No sé la explicación: quizá mi carácter y el carácter barcelonés no casan. Tengo muy buenos amigos aquí, me he llevado muchos recuerdos y voy a seguir volviendo, pero en el día a día no encajé, al contrario que en Madrid.

Tanto como tu amigo y también escritor Juan Soto Ivars sois muy activos en Facebook, donde publicáis no sólo comentarios breves sino también textos más o menos extensos. ¿Es Facebook el nuevo blog global?
Sí. Además lo tengo en abierto, no hace falta ser mi amigo para verlo. Soy consciente de que es una herramienta que nos viene muy bien a los escritores. Así como MySpace era un medio adecuado para los músicos, Facebook es un medio fantástico para los escritores. Cosa que no es Twitter, por ejemplo, porque con 140 caracteres no vas a ningún sitio.

¿Lo usan suficientemente los escritores?
No, creo que lo usan poco y mal. Por lo general hay dos actitudes: por una parte está el escritor que lo usa casi con desprecio, que nunca interactúa, no comenta, no pone estados y sólo lo usa como promoción pura y dura, lo cual es un coñazo, pues no ves un humano detrás; y luego está el que se pasa al otro extremo y se comporta como un gañán.

¿Para ti Facebook es más ocio o negocio?
Ocio. Pero también una herramienta, obviamente.

¿Y no hay ahí un choque con la intimidad?
Depende de cada perfil literario. A mí la literatura que me gusta es la de escritores como Malaparte, gente que se exponía mucho, así que mi intimidad es también parte de mi literatura. Aunque tampoco pongo cosas muy privadas, ¿eh?

¿Cómo van las ventas?
No tengo ni idea. Eso no se sabe hasta que vengan las devoluciones. Aunque el otro día mi editora dijo que estaba muy contenta. Y con eso me quedo.

He buscado por Google “Quince días para acabar con el mundo” y entre las primeras búsquedas ya aparece “pdf” y “descargar”. ¿Qué piensas al ver esto?
Ah, ¿ya está? Ni idea. Pues me parece mal. Yo soy bastante tajante con lo de la libre cultura. Si me gusta un artista quiero que viva de ello, para que me siga dando más música, más literatura… más de lo que me gusta. No entiendo dónde está la polémica. Pues no sabía que ya andaba por internet… creo que soy el único escritor de España sin una alerta de Google con su nombre.

¿Te gusta la idea del ebook?
Creo que es un camino inevitable y vamos a acabar ahí; lo que no me gusta es cómo se hacen las cosas. Yo me dediqué diez años a la música, en la época dorada, y se fue todo a la mierda por la piratería. Salió el ipod y un montón de mp3 y se fue todo a la mierda. Eso es lo que no me gusta. Pero, ¿el aparato en sí? Fantástico.

¿No le tienes manía al aparato?
Bueno, a mí, personalmente, no me gusta. No soy capaz de leer en una cosa de esas. Me gusta tener el peso del libro, que cambie la portada, sentir el tacto del papel… No, no me gusta, me parece inhumano. Tuve uno y lo perdí, o lo tiré, no sé. Pero es una cuestión personal.

Antes has dicho, respecto al ebook, que no te gusta cómo se hacen las cosas. ¿Qué se está haciendo mal?
No es que se esté haciendo mal… a ver: el problema es que en España se lee muy poco. Poquísimo. Entonces, la descarga de pago es un negocio muy marginal, supone muy poco para las editoriales, así que tampoco se esfuerzan en hacerlo bien. Estamos en un impasse y no se sabe dónde acabará la cosa. Siguen vendiéndose más libros físicos que descargándose de internet, y eso es porque se lee poco. No es como con la música, que la piratería arrasó, porque todo el mundo escucha música todo el tiempo. Pero, ¿leer? ¿Para qué quieres 5 gigas de libros si no los vas a leer nunca?

Ya que estamos, ¿nos recomiendas un libro?
Pues de los últimos que he leído te recomendaría “Nostalgia” -mira, precisamente de lo que hablábamos antes-, de Mircea Cartarescu. Y “¡Melissandre! ¿Qué son los sueños?”, de Hillel Halkin. El segundo en concreto me ha parecido maravilloso. Y de españoles diría el último de John Bilbao.

¿Qué es lo que detestas en literatura?
Muchas cosas. Una es que no me lo crea, que la voz narrativa sea una impostura. Tampoco me gusta el artificio técnico, el lucimiento por el lucimiento. Soy de los que creen que un buen escritor es el que puede decir algo complicado de un modo sencillo. La literatura es comunicación y, a cuanta más gente llegues, mejor. Sin venderte, ojo. Sin embargo, hay cierta tendencia a hacer todo lo contrario. Tendencia al esnobismo.

¿Cuál es el mayor pecado de la literatura española actual?
Se desprecia a sí misma y sólo mira al extranjero. Todo lo extranjero es mejor. No nos ayudamos entre nosotros, y las editoriales indies prefieren traducir a un joven de veinticinco años neoyorquino que buscar a un joven de veinticinco años español. Y, por otra parte, la poca generosidad de nuestros mayores respecto a nosotros. Con ellos fueron muy generosos en su momento y ahora ellos no lo están siendo con los jóvenes.

La entrevista ya se acaba, así que… ¿nos cuentas un sueño?
En mi novela sale un sueño que a mí se me repetía a menudo de niño y adolescente. Llegan olas gigantes hacia la ciudad y la gente empieza a correr. Yo las miro y creo que es el mar, pero resulta que son ratas. Son olas de ratas que se comen la ciudad. Tengo bastante fobia a las ratas, sí. No sé lo que significa, pero lo soñé durante años de forma continuada.

¿Y un secreto?
Sé hacer el saludo trekkie con los dedos de los pies.

Entrevista: Samuel Valiente
Fotografía: Guillermo Gutiérrez

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