Somos Marc, Adrià y Carlos. Uno es motion designer, otro diseñador gráfico y otro traductor. Tenemos un proyecto gastronómico conjunto que se llama No más tuppers de mamá con el objetivo de acercar una cocina sencilla y sincera al máximo número de personas posible.
En “No más tuppers de mamá” podemos encontrar…
Casi 250 recetas, detrás de las cuales hay mucho amor por la cocina, el diseño gráfico, la fotografía, la edición de vídeo y la escritura. Además, también tenemos entradas dedicadas a algunos locales y restaurantes que nos gustan. Estamos cocinando nuevas secciones y colaboraciones que ofrecer.
¿Cómo surgió la idea de montar un blog de recetas? ¿Supervivencia, amor al arte o un poco de cada?
En principio, una mezcla de ambos. En 2010, mientras vivíamos en Manchester, Adrià y yo (Carlos) compramos un trozo de jamón de cerdo por 5 libras y lo hicimos al horno. Independientemente de la afición a cocinar y a comer bien, que nos venía de lejos, ese pequeño éxito nos hizo darnos cuenta de que era posible hacer preparaciones más elaboradas sin mucho esfuerzo. Más tarde, en mayo de 2011, decidí abrir el blog para poder juntar dos de mis actividades favoritas, la cocina y la fotografía, ya que llevaba unos meses con la idea en la cabeza. Con el tiempo, Adrià y Marc se unieron y No más tuppers de mamá se convirtió en un proyecto ambiciosamente real.
Siempre explicáis las recetas de una manera muy peculiar y entretenida. ¿Cuál es el secreto para saber contar una receta?
Por un lado, la sinceridad. Si la idea no es tuya, dilo sin problema, ya que es muy difícil inventar algo que no se haya hecho con anterioridad. No se pierde credibilidad a los ojos del lector, todo lo contrario. En segundo lugar, intento relacionar cada receta con episodios de mi vida que tengan algún tipo de conexión con lo que cocino. Procuro que los pasos de cada entrada sean muy explicativos y fáciles de seguir.
Si tuvierais que nombrar tres referentes gastronómicos, ¿cuáles serían?
David De Jorge, que reivindica la buena cocina, el meter el dedazo en las cazuelas y lo políticamente incorrecto desde su programa “Robin Food, atracón a mano armada”; Jamie Oliver, cocinero inglés con unos viajes gastronómicos muy hippies y cuyos libros tienen unas fotografías espectaculares; y Karlos Arguiñano, que, aparte de ser el primer recuerdo que tengo de un cocinero en la televisión, cuenta unos chistes dignos de APM.
¿Habéis cocinado algo de lo que ponéis en el blog para vuestras madres? ¿Qué les parece el blog?
Los padres, tíos y amigos de Marc y Adrià preparan algunas recetas de las que tenemos publicadas y, según nos dicen, les encantan. Eso sí, como buenos padres, siempre tienen alguna crítica o comentario que hacer. En mi caso, cocino bastante cuando estoy en casa y mi madre dice que le gusta lo que hago, pero no sé si lo suyo es amor por su hijo o sinceridad. Diría que una mezcla de ambas cosas.
¿Cuál es el experimento gastronómico más raro que habéis hecho (y que os habéis podido comer después)?
Por mi parte, un día se me ocurrió mezclar dos recetas típicas españolas, la sopa castellana o de ajo y el guiso de lentejas tradicional. Era un tiro al aire que podría haber acabado en desastre. Por suerte, no me salió mal la jugada, ya que el plato tenía lo mejor de ambas preparaciones. Todavía tengo un tupper en el congelador que está esperando pacientemente que le llegue su hora. Adrià y Marc todavía se ríen del primer vídeo piloto que grabamos. Se nos ocurrió la idea de hacer una receta que fusionara ingredientes de las gastronomías de algunos países que nos gustan. Cocimos unos penne y les hicimos una salsa de miel catalana, queso camembert francés y sobrasada mallorquina. Para sus paladares, siempre será una experiencia traumática.
Si Barcelona fuera un plato de comida, ¿cuál sería? ¿Y qué música le pondríais?
Es muy difícil responder a esta pregunta. Podría decirte algo increíblemente sencillo y reconfortante como el mel i mató, que siempre me recuerda a Barcelona. No obstante, creo que la respuesta es, al menos en este momento, la hamburguesa de lentejas, que sorprende mucho a los que no la han probado y supone una pequeña vuelta de tuerca a la hamburguesa tradicional. Diría que eso es, más o menos, lo que la ciudad me hizo sentir la primera vez que la visité. En cuanto a la música que más relaciono con Barcelona, posiblemente es un disco de Seu Jorge que consiste en versiones acústicas de algunas canciones de David Bowie. Las grabó como parte de la banda sonora de “The Life Aquatic”, de Wes Anderson.
¿Nos contáis un sueño?
Comer hasta reventar. Comer bien, claro.
¿Y un secreto?
A Adrià le gusta cantar “Soy un truhán”, de Julio Iglesias, con el timbre de voz de Joan Manuel Serrat mientras Marc bebe y yo lo bailo en el salón de su piso.
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