El callejón del Gato se encuentra en Barcelona. Sí, la colección de espejos deformantes que en la alucinada noche de Max Estrella vio desfilar a los héroes, los padres de la patria, los santos varones (y hembras) que deciden nuestro destino, ha sido trasladada a la Ciudad Condal por orden de su alcalde, el Excelentísimo Señor Don Sergio Gaspar, quien, en aquel Año de Gracia de 2014, concurrió como cabeza de lista (independiente) por el Partido Deconstruccionista. Por el antedicho callejón se pasearán, por ordenanza municipal, los emblemas del nacionalismo catalán (Macià y Companys incluidos, sin olvidar a los ilustres Jordi Pujol i Soley y Artur Mas i Gavarró) y los del no menos catalán nacionalismo español (desde Isabel de Trastámara a Manuel Fraga Iribarne), para volverlos conscientes de sus irracionalismos, sus servidumbres y sus quilos de más. Abriéndose paso entre las hordas de turistas (los genuinos habitantes de Barcelona), Josep Pla i Casadevall y Miguel de Cervantes Saavedra, cronistas oficiosos de este carnaval, prometen jugosos reportajes para La Vanguardia y ABC respectivamente. En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Ultracorreccionista, han alcanzado las tropas del sarcasmo sus primeros (esperemos que sus primeros) objetivos literarios. La guerra (verdad vs. verosimilitud) ha comenzado.