El nombre gusta y da una pista de dónde puede estar. Más allá del 5º pino algunos dicen que ya no hay nada (nada que echarse a la boca, claro). Donde la ciudad empieza a inclinarse peligrosamente, un antiguo descampado en tierra de nadie, donde la Via Augusta y el final de la Av. Bonanova convergen, ahí, justo delante de la entrada de los túneles hacia St. Cugat, está este bar. Suena a localización poco atractiva (por lo de los túneles…), pero nada más lejos de la realidad. Los del 5º Pino tienen un spot cojonudo, si se me permite la expresión. Terraza de grava relativamente elevada respecto al nivel de la calle, discretamente recogida entre unos árboles y un muro que te hace sentir más bien lejos del follón de la entrada norte a la ciudad. No hace falta mencionar su proximidad al meollo que es Sarrià. Sus platos sencillos que no simples, de aire mediterráneo con alguna licencia asiática son de lo mejor de la zona y su selección de vinos es de pituitaria fina. Además, si lo prefieres, puedes llevártelos a casa gracias a su servicio de take-away. Los que lo conocen lo frecuentan a menudo y son fieles hinchas de su terraza, así que lo más seguro es que pagues la novatada y tengas que esperar en el parque infantil que colinda con las mesas. Pero en peores lugares nos las hemos visto esperando, ¿no?