En la milla de oro de la zona canalla y arty de Barcelona -donde el Raval, Sant Antoni y Poble Sec se rozan- nos topamos con un pequeño y cuidado establecimiento de aire contemporáneo impregnado de un seductor je-ne-sais-quoi genuino, marinero y de mercado. Atlantis Gastrobar es una de esas propuestas que te pillan desprevenida, y para bien, en muchos sentidos. Si eres de las que como yo, gustas de platos calientes de cuchara, carnes jugosas, el golpe de horno en el pescado, y temes las cocinas demasiado refinadas y el punto crudo por aquello de la falta de sabor y textura; olvida tus prejuicios: saldrás enamorada de la experiencia.
Si hubiese un sólo adjetivo para la cocina de Atlantis, sería “umami”, aunque su carta y su proyección culinaria se muevan en terrenos lejanos al país nipón. Umami por la combinación de ingredientes y la explosión de sabor en la boca, por el cosquilleo que produce y la sensualidad de las sensaciones que se disfrutan con cada bocado. Raciones generosas de un producto escogido de primerísima calidad sobre el que se basan los platos, un equilibrio de propuestas y combinaciones muy meditado y de una delicadeza exquisita. Hablo de un lugar perfecto para sorprender y romper estereotipos en torno la cocina sana, sabrosa y en crudo. Platos como el tartar, los tallarines de sepia con pesto, sus extraordinarias ensaladas y entrantes, todos ellos dignos de esos bares de toda la vida dentro de los mercados, donde el producto prima sobre los fogones y cada bocado es una muestra de lo mejor del lugar. Tal vez ese sea el sutil mensaje que esconde Atlantis, un amor sin límites por el producto y el mimo de una preparación que realza sabores y texturas, una sinceridad reveladora y casi emotiva que no necesita de disfraces ni cocciones. Una lección culinaria y poética de la que esta amante de la “comida caliente” salió transformada.
Apunta bien: ofrecen un excelente menú diario, variado y de temporada de martes a viernes de 13h a 16h, además de las sugerencias de tapeo y las noches, cualquier momento es excusa para acercarse a descubrirlos. Una experiencia inspiradora para el alma y el paladar.