A todos nos gusta ser muy guays y muy cosmopolitas y muy fusión pero, vamos, también nos gusta -y probablemente más en realidad- la comida de toda la vida: las croquetas, el salmorejo, las anchoas y el mollete de pringá andaluza (¡ole!). Es por eso que de vez en cuando hay que atarse la servilleta de tela al cuello de la camisa y disfrutar de una buena comida de verdad en el Bar Cañete. Ubicado en el Raval, este restaurante fue concebido para lo que fueron inicialmente concebidos los restaurantes: COMER. Por eso dejan de lado toda superficialidad para centrarse en lo gastronómico: una grandísima variedad de platos ibéricos que tocan desde lo más tradicional de Andalucía hasta la cocina gallega y los bocados típicos catalanes. Y todo de primerísima calidad, con pescado siempre fresco recién traído de la lonja y con verduras de proximidad y de temporada. Y todo ello regado con el vino que tú elijas entre una carta interminable, con botellas para todos los gustos y bolsillos. El Cañete es, pues, un lugar donde reina la sencillez sin perder ni un ápice de calidad, todo un lujo humilde, pero lujo, al fin y al cabo. ¡Ah! Y no olvides meterte un carajillo de Magno entre pecho y espalda, ¿o se te ocurre mejor manera de acabar tan castiza comida?
