Aunque digan que sobre gustos no hay nada escrito, no podemos evitar escribir sobre el Bar Lobo. Y es que tanto su local como su propuesta gastronómica son 100% inspiradores. Es un placer poder pasear por el centro y encontrar un restaurante que, pese a su cercanía a Las Ramblas, se aleja del concepto “engaña turistas” y nos ofrece un acogedor espacio de diseño informal y una cocina de calidad. Perteneciente al detallista Grupo Tragaluz, el Bar Lobo es un restaurante amplio, luminoso, con grandes ventanas acristaladas y unas lámparas que incitan a jugar con la imaginación. Y para los que adoramos las terrazas, la suya es una delicia tanto en invierno como ahora que empieza a asomar el buen tiempo.
De su carta hay que destacar que es variada y completa, o lo que es lo mismo: ¡querrás probarlo todo! Y además juegas sobre seguro, porque pidas lo que pidas seguro que aciertas. Cada tapa o plato tiene algo especial, y eso lo demuestran desde sus alcachofas asadas con virutas de jamón ibérico hasta sus ‘Lobo burguer’ (con nombre propio, que no se diga). ¿Que también te apetece pescado? Pues no dudes ni un segundo en pedir su original y deliciosa tapa de albóndigas con calamar y salsa de ceps. Seguro que no has probado nada igual. Siguiendo con las sorpresas al paladar, prueba a deleitarte con su tataki de atún sobre guacamole -tan tierno que deshace en la boca-. Pero el ritmo no decae, entre los platos principales encontrarás suculentas opciones. Un plato de salmón salvaje con salsa tártara, fresco, sencillo y sabroso. Brutal el magret de pato con cebollita glaseada. ¿Sigo enumerando? El Bar Lobo es un lugar de culto a las texturas, a los olores y a los giros de sabor inesperados. Y para volver a casa en un estado de felicidad absoluta, pídete alguno de sus postres caseros o un buen cóctel. Hazme caso, una apuesta segura.
// Foto principal: Olga Planas
Fotos de platos: Laura Rosal