La calle Mandri vive su tercera, cuarta o quinta juventud. En los últimos meses se han avistado nuevos bares de vinos y quesos, barras minimalistas de bikinis, clásicos revividos (como el renovado Etoile), takeaways chinos con mucho glamour, hasta tiendas de pollos DIY. Un auténtico tsunami de novedades y aperturas en la calle de tapeo por excelencia de la zona alta. Pero hay algo que nunca cambia: las patatas bravas del Bar Mandri. Desde hace 55 años, como dentro de 55 años, el Bar Mandri seguirá en el mismo lugar, sirviendo las mismas bravas a una clientela mezcla entre gente de barrio bien y visitantes con ganas de tapeo sin florituras y cañas bien tiradas. Estándar con el que se deberían medir todos los bares de tapas. Las bravas del Mandri con de la escuela Tomàs, aceitosas y cubiertas de allioli con pimentón picante.
Durante la última visita descubrí las berenjenas rebozadas, fritura perfecta y maridaje perfecto con el resto de tapas. Abierto desde bien temprano por la mañana, con una privilegiada terraza y servicio a la vieja escuela, el Bar Mandri es uno de los clásicos del barrio a reivindicar.