El Café San Telmo ha vuelto, aunque parezca que nunca se había ido. El San Telmo era (y vuelve a ser) un bar querido por muchos, que tanto te acogía a primera hora con un croissant de mantequilla, como te solucionaba un gintonic a altas horas de la noche. Isidro Marqués ha devuelto la esencia a esta esquina icónica de la Diagonal Norte, manteniendo la fórmula que tan buenos resultados le había dado durante años: hacer las cosas bien. Una cocina accesible, una carta de la que es fácil escoger, y una ejecución familiar pero con un giro propio hacen del San Telmo el tipo de restaurante al que volverías a comer una vez por semana.
En nuestra reentré comimos una excepcional tortilla de patatas hecha al momento, tacos de cochinita pibil, unas tostadas de tartar de atún, o un carpaccio de presa ibérica sabrosísimo. Para el público vegetariano, no os podéis perder la coliflor asada con granada, la stracciatella con calabaza o unas sabrosísimas albóndigas de pescado y curry verde (uno de los hits camuflados de la casa). Cañas bien frías, vinos naturales, buena música, buen rollo, oficinistas de día y gente guapa de noche hacen del San Telmo parada obligada a cualquier hora del día o de la noche en la Diagonal.