El vocablo “do” puede referirse a muchas cosas. A la nota musical, a las siglas “denominación de origen” (esto tendría más sentido en esta sección), “don” en catalán, o aprendizaje en Japonés… (?¿) Curiosamente el DO se llama así por esta última acepción. Entendemos que detrás del nombre se esconde un juego de palabras enólogo pero el origen del naming, según nos dice el joven camarero que nos atiende, es nipón. Curioso aunque no sorprendente. Después de una comida en el DO uno se entrena apreciando los detalles de lo que parece insignificante o lo que tiene más cerca (que a veces es lo más difícil de ver según rezaba un eslogan de los de mediterráneamente, creo). Un delicioso trozo de paté. Ni en formas extravagantes o recipientes imposibles de hincar el cuchillo. Un fuet de Vic cortado a trocitos. Sin más y con todo. Un pà amb tomàquet fino, muy fino, con aceite de oliva, sal gruesa y tomate triturado. Parecen obviedades pero no se ven a menudo. Y las chips. ¡Oh! las chips… de bolsa, sí, pero qué bolsa, y trufadas… El Do quedaba escondido en un rincón sin terraza. Pero un día se lanzó a la calle, plantó 4 mesas y lo conocimos. A él, a sus vinos y a su pequeña pero impecable carta de platillos, tapas y charcutería. Qué bien hicieron, tú.