Antes del pasado mes de enero, cuando abrió El Tarantín, tener antojo de comida caribeña podía suponer toda una aventura. Gracias a su fórmula de comida caribeña auténtica, casera y que llega hasta lo más hondo, El Tarantín es de esos sitios que te gana el corazón rápido. Platos de diferentes islas, como el mofongo de carrillera de ternera, los platanitos fritos con dip de frijoles, o el curry de raíces y verduras caribeñas consiguen un nivel de reconfort como si estuvieras en un chiringuito en una playa de Puerto Rico. La cocina funciona a cuatro manos por Paola di Meo y Miguel Portillo, dos jóvenes venezolanos con ganas de que salgas contento de su casa: un local acogedor y humilde, de los que apetece ir a hacer el menú un par de veces por semana. La clientela les está respaldando, con una mezcla de caribeños en busca de sus especiales de la carta y clientes locales que rápidamente se han convertido en habituales. Su menú de mediodía dará mucho que hablar, pero si realmente eres curioso, pide los platos que menos te suenen de la carta. No fallarás.