Con el nombre lo dice todo. My Fucking Restaurant es la declaración de intenciones con la que el chef Matteo Bertozzi quiere sorprendernos con su cocina. Platos personales, pensados hasta el último detalle, gluten free por elección y slow food por convicción, en los que predomina lo vegetal y el desperdicio cero (en su cocina se aprovecha de la raíz a las hojas). Unos platos agradables, pero que al mismo tiempo descolocan y generan asombro. En el Fucking Restaurant te puedes plantar ante unos no-espaguetis Alfredo de apionabo con cremoso de parmesano y kimchi, o una ensaladilla disruptiva con gambas rojas. También hay platos menos rebeldes como el onglet de black angus a la brasa con alioli suave o un trabajado mollete de steak tartar. Sin llegar a ser un italiano al uso, el Fucking Restaurant no reniega de la influencia de la tierra de Matteo, y además ofrece una selección de vinos naturales transalpinos de lo más atractiva. Atención a su colaboración con La Destilateca en la que elaboran grappa con un fondo vegetal, y a unos postres que no dejan a nadie indiferente. Con el oficio tras los fogones que atesora Bertozzi se agradecen sus ganas de agitar al comensal.
Un restaurante diferente, con platos nada corrientes que se disfrutan sin prejuicios y con la mente abierta a experiencias nuevas. My Fucking Restaurant eleva la ya de por si interesante oferta gastronómica del Raval.