Isla Tortuga

En Compañía de Lobos, el concepto de restauración creado por Tomás Tarruella, avanza, discreta pero firmemente, abriendo nuevos espacios en la ciudad que son una verdadera delicia. Así que en plenos destellos primaverales y con el verano a la vuelta de la esquina, damos la bienvenida a Isla Tortuga, una aventurera y original taberna de aires marineros situada junta a la Plaza de Palau, en ese callejón lleno de encanto que es Llauder y milagrosamente poco transitado por las hordas de turistas que desembarcan en la parada de metro Barceloneta.

Isla Tortuga tiene algo de magia en su ambiente: no sabríamos concretar si es por su decoración -con algún que otro guiño a los lobos- sus románticas lámparas de mimbre, su luz tenue y discreta, su sofá en una segunda habitación como un secreto, el buen trato de sus camareros… O sus delicados aromas. Aún llega cierta corriente marina aquí, pero Isla Tortuga se nos presenta felizmente resguardada del bullicio. Y es que a esta encantadora isla has llegado para relajarte, para degustar un vino fresquito del Penedés y perderte en su carta de tapillas tras un paseo por el puerto de Barcelona. Para empezar, nada mejor que unas suaves croquetas de jamón y unas crujientes alcachofas fritas (la fritura, cuando se hace bien, es una de las mejores cosas de este mundo). El tataki de atún no es algo de lo que se pueda prescindir (por eso nunca falta en ninguna de las cartas de En Compañía de Lobos) aquí está fresco, realmente en su punto, y bien acompañado de guacamole. Deja que tu paladar deambule con calma en la infinidad de texturas y sabores con toques marinos de Isla Torturga. ¿Un consejo? Elige alguno de sus tacos. Los de costilla son realmente espectaculares, aunque dependiendo del día puedes decantarte por los de pescado, langostinos o pato Pekín. Te los servirán en un plato con suculentas salsas y tortitas de maíz para que tú mismo los enrolles y adereces à volonté.

Isla Tortuga también cuenta con un horario non-stop, lo que lo convierte en un sitio ideal para venir a cualquier hora del día: solo o con amigos, para relajarse en la merienda, para el picoteo, o para celebrar con un buen brindis en la cena. Un sitio con alma que aspira a convertirse en uno de los imprescindibles de este verano.

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(fotos de Laura Rosal)