En el sótano del Palosanto de la calle Avinyó se acaba de instalar un minúsculo restaurante peruano. El Kokka son apenas 30 metros cuadrados de puro cielo gastronómico andino. Poco más de 6 mesas y una barra que comanda con maestría Oswaldo Llanos, chef curtido en algunos de los mejores restaurantes peruanos (con estrella) de la ciudad. Su oferta no podría ser más directa y sencilla: toda la fuerza de la cocina Nikkei en pequeños platitos para compartir. Fuimos 6 personas a cenar y nos pedimos toda la carta. Los platos eran un hit tras otro. Empezamos con unas ostras con maracuyá chile y cilantro, acompañadas de las causas, o pequeños bocados de papa amarilla rematados con pescado o pollo. Excelentes. Solo con eso y un pisco ya vale la pena pedir mesa en el Kokka. Seguimos con los ceviches (de verdad, nada de ceviches falsos que están inundando todo restaurante medio moderno), y con un tartar de chuletón con shiso y miso que se queda directamente grabado en la memoria. No te olvides de probar el tiradito de pulpo (cortado a lonchas) o los tatakis. Excelentes productos, casi sin alterar, macerados o crudos. Con aires clandestinos, el Kokka es (por fin) un gran sitio para una cena romántica, con iluminación tenue, ambiente elegante pero relajado y buen servicio. Si tienes ocasión, vete preparando para probar uno de los mejores peruanos de la ciudad.