El otro día, iba de camino a casa por la calle de la Cera cuando de pronto me encontré con este pequeño tesoro en forma de tienda de productos ecológicos. ¿Que qué tiene de especial? Pues para empezar tiene un encanto casi natural que se nota nada más entrar, se respira un respeto y un amor por lo que allí se hace que no es fácil de encontrar en muchos sitios en estos días que corren. Legumbres, frutos secos, harinas y cereales integrales de todo tipo que se venden a granel, colocados en sus sacos y con su correspondiente cartel escrito a mano en letras blancas. Pero es que además, dentro también tienen tés y confituras varias, dátiles, pasas, pimienta de colores y un pimentón con un aroma que quita el sentido. Todo con mucho mimo, con cuidado en cada detalle y concentrado en un pequeño local en el corazón del Raval./ María Arranz