Un sitio donde hay un Maneki-neko (o gato de la suerte), una película de Peter Lorre, una reproducción de La Moreneta y una botella de Jägermeister, puede ser dos cosas: o un piso muy moderno o un bar de Gràcia. Afortunadamente, es la segunda opción y lleva por nombre La Cigale. La Cigale es un bar/restaurante sobriamente nostálgico, que transporta al pasado sin dar ganas de gritar que vuelvan Naranjito y la Super Nintendo. Es acogedor por encima de todo, y con un ambiente que tanto invita a una cita como a una reunión informal con amigos. Desde el primer nacho hasta la última copa, uno se siente como en casa repantingado en sus butacas reaprovechadas, escuchando buen jazz y bañado por la luz roja que hará las delicias de los fans de David Lynch. Y el nombre en francés no es gratuito. Els dilluns de La Cigale son lecturas de poesía y narrativa que le acaban de dar el toque intelectual que haría que encajara perfectamente en pleno Quartier Latin.