De forma más o menos abierta, todos amamos los restaurantes monoproducto. Jugártelo todo a un solo plato (y hacerlo muy bien) me ha parecido siempre algo a admirar. L’Entrecôte, toda una institución en Francia, tira de simplicidad y ofrece un único menú donde el rey es su filete de lomo bajo de ternera: 170 gramos de placer vacuno cubierto de salsa de mantequilla (receta secreta que corre solo por la familia fundadora).
El menú incluye ensalada de nueces y pommes frites ilimitadas, aunque se recomienda completarlo con el vino de Burdeos de la casa y uno de sus exuberantes postres de inspiración francesa. Es verdad que mucha de la clientela llega atraída por los 22 euros que cuesta el menú (un deal difícil de batir en el Eixample actual), aunque comer en l’Entrecôte vale la pena más allá de los precios ajustados. La estética de bistró francés, trato agradable a pesar del ajetreo de la sala y, sobre todo, la calidad de su entrecot (ya que hacen una cosa, la hacen muy bien) motivan que la experiencia sea más que satisfactoria.
En una ciudad en la que, a pesar de la cercanía, no tiene mucha afinidad por la cocina francesa, se agradece encontrar una brasería especializada en esta fórmula tan francesa como el steak frites.