“Pequeñas cosas, grandes placeres”. Con este tag line se presenta Lo de Flor. Un pequeño restaurante situado en el más “crudo” Raval. Más allá de su Rambla y colindando con las callejuelas que llevan hasta el Bagdad, este local imprime un halo de luz en medio del -a veces- deprimente barrio. Entre paquis y tiendas 24/7, destaca un cartel blanco inmaculado que te atrae cual polilla a la luz. Al entrar, el cartel cumple con las altas expectativas. Un local encantador, pequeño pero acogedor, con un diseño “buenrollista” a base de tarros con flores y barras de pan en cestos colgantes… Pero, ¿y qué tal se come? Pues de maravilla. Me sorprendió su original carta de vinos, a la que le di un buen repaso, y sus platos a base de productos de temporada, frescos y presentados por una camarera (¡majísima!) que sabe de lo que habla. Gracias a ella descubrí que la stracciatella no es sólo el clásico helado, sino también la parte fresca de la burrata y mi nuevo manjar favorito. Nyam!