Merikenko

“Solo som 40m2” dice Kenji Ueno con modestia japonesa sobre su nuevo restaurante Merikenko: una barra de tempura con espacio para solo 10 comensales en la calle Séneca. Tiene razón, el espacio es minúsculo, elegante, y de un minimalismo tan cuidado que lo hace altamente acogedor. Un entorno ideal para comidas que requieren de privacidad. Cuando entras por la puerta corredera del Merikenko, ya notas que aquí va a pasar algo especial.

Pero no importa lo altas que sean tus expectativas, no creo que nadie esté preparado para la delicadeza de los rebozados japoneses del menú degustación. Kenji, fiel al estilo omakase, se encarga de configurar de manera óptima la cena por la que desfilan pescados, mariscos y verduras de temporada. Empezó con un par de concesiones fuera de la tempura: un snack de tellinas al vino blanco, seguido de unas cuantas piezas de sushi que Kenji prepara delante de tus ojos con maestría hipnótica. No olvidemos que Ueno también lidera una de las mejores barras de sushi de la ciudad, el venerado Sato i Tanaka. Seguimos con las diferentes verduras en tempura (calabaza, zanahoria baby o una espectacular seta pie de rata) que van preparando el terreno para la traca final de marisco y pescado. Empezamos fuerte con una cabeza de langostino crujiente, óptimo ejercicio de técnica y balance en el sabor. Seguimos con su cuerpo, diferentes bocados de lomo de pescado, y por suerte nos quedamos con curiosidad para pedir una ración extra de vieiras casi crudas, solo con un toque ligero de temperatura. Deliciosas.

Cualquier expectativa con la que empezamos la comida, se vio superada plato a plato. A Kenji se le ve feliz detrás de la barra, con el orgullo del que es consciente que está haciendo un trabajo extraordinario. Lánzate encima de una de las 10 sillas del Merikenko antes de que requiera meses de reserva. Repetirás.