Comer en la barra es un gustazo. Bueno, hay gente que no lo soporta, pero al que le gusta, le encanta. El comedor del Negro se ha reorganizado apartando las mesas a los lados, y dejando todo el protagonismo a una gran barra central. Podrás ver y casi tocar a los cocineros mientras preparan cada plato. Las tortitas de salmón y yuzu, el ceviche rojo de camarones (con el toque justo de picante) y los tacos de cochinita pibil son tres platos adictivos. De los que repetirás sin darte cuenta. Acompáñalos con una ensalada de corazón de burrata con albahaca, tomate y pan carasatu y tienes un hit de menú entre manos. En una de las esquinas de la sala hay un horno de leña del que no paran de salir pizzas finas con muy buena pinta. Cocina mediterránea con un ojo puesto en sudamérica y el otro en la cocina asiática. Al mediodía hay bastantes comidas de negocios, pero por la noche el nuevo Negro te hará quedar bien con cualquier cita exigente que quieras impresionar. Si le sumas el buen hacer del Grupo Tragaluz con la delicada y elegante reforma del local, es el momento perfecto para volver a descubrir uno de los clásicos de la zona alta de la Diagonal.