Hago online todo lo que puedo. Si no es estrictamente necesario ir presencialmente, prefiero mil veces hacerlo desde mi casa y, a poder ser, en pijama. Descubrir nuevos sitios y hacer reservas es una de las cosas que prefiero hacer conectada, pero a veces me pierdo cosas, como The Spa Kitchen. Abrieron hace casi un año pero se había escapado a mi radar hasta que casualmente pasé por delante y tuve que volver atrás a darle un buen vistazo. Me recordó a esas típicas y tópicas escenas en que un niño mira fascinado por el escaparate de una pastelería o por una ventana que da a una casa acogedora, siempre con chimenea, que invita a entrar y quedarte. Definitivamente no me importaría vivir allí. Los tratamientos, aunque excelentes, son una excusa para pasar tiempo ahí dentro.
Lo consiguen gracias a una decoración que evoca a la casa del árbol que todos hemos querido tener, un refugio donde desconectar y resguardarse tras un duro día. Es fácil con sus manicuras, pedicuras, masajes, tratamientos faciales… y todo ello con la atención personalizada y los productos de primerísima calidad. Todo a tu servicio para que te sientas como una reina de un bosque muy chic.