Hace unos meses Borja García soltaba amarras en el Dos Pebrots para abrir Ultramarinos Marín, su versión personal de un bar de toda la vida. Comida popular pero con el esfuerzo de prepararlo todo en casa. En la cocina se trabaja todo desde cero: se curan embutidos, se ahuman pescados, se preparan las salsas a mano (atención al allioli de mortero), y se cocina sobre brasas, entre otras delicias preparadas como la tradición manda. Detrás de la barra destaca una plancha prodigiosa en la que Borja y su equipo preparan raciones de pescado fresco y marisco sin parar. Un espectáculo que merece ser disfrutado (con reserva previa) sentado en la barra. La cocina defiende con galones una carta corta que cambia a diario según el mejor producto disponible. Un maravilloso ejemplo de alta cocina de barrio en todo su esplendor. En nuestra visita cayeron raciones de gambas a la plancha, los primeros rovellons de la temporada, chipirones fresquísimos y limpísimos, berberechos en salsa verde, un lenguado, un salmonete que te cambian el día, patatas asadas y aun nos quedó espacio para unos higos con nata y Pedro Ximenez.
Un festival de plancha, oficio y el mejor producto. Máquinas tragaperras, música cañi, platos serigrafiados y cañas de Mahou le acaban de dar el golpe de efecto en la sala. Ultramarinos Marín está dando mucho que hablar. Mientras esperamos la apertura de la zona de brasas y asador por las noches, reserva en el bar antes de que se convierta en una de las barras más difíciles de conseguir sitio de la ciudad.